Hacia 1977 en plena Guerra Fría, los especialistas en conflictos, Gleen H. Snyder y Paul Diesing, publicaron en la universidad de Princeton, un interesante estudio que se titula: Conflict  among nations. Bargaining, decision making and system structure in international crises; en dónde haciendo uso de los modelos estadísticos conocidos, llevaron a cabo una revisión de una diversidad de momentos históricos que han definido la historia de la humanidad y que permiten entender las condiciones del conflicto, el proceso de negociación, facilitando como está ubicado el sistema internacional y como evitar una crisis mayor.

Décadas antes, hacia 1948 Hans Morgenthau escribió una de las obras más importante para las relaciones internacionales y los estudios geopolíticos: Política entre las naciones: la lucha por el poder y la paz, estableciendo que el equilibrio de poderes entre las potencias debía de ser fundamental, entendiéndose que para mantener el statu quo, se debían asumir seis principios, que son (de manera general): 1.- El realismo político sostiene que sus raíces en la naturaleza humana, 2.- la política internacional se sustenta en el concepto de interés definido por el poder, 3.- la idea de interés es política y a temporal, 4.- el realismo político entiende lo moral en la acción política, 5.- el realismo político no acepta las aspiraciones morales de una nación sobre otras y 6.- el realista político mantiene la autonomía en la esfera política frente al planteamiento legalista-moralista en la política internacional.

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Desde la Primera Guerra Mundial hasta la actual Guerra de Putin sobre Ucrania, la sociedad, ha buscado diversas maneras para controlar la conflictividad que prevalece en el sistema internacional, si bien se han dado una serie de avances muy significativos, cómo el sistema de Naciones Unidas, los organismos regionales, además de la diversidad de mecanismos de cooperación y las alianzas comerciales, aún prevalece la necesidad de buscar el equilibrio de poder, negociar los conflictos y al mismo tiempo, dar sentido a las necesidades que el tiempo-espacio determina para nuestra época.

Ahora bien, tras las diversas exposiciones que se han presentado en los Foro de Davos e Internacional de Halifax o en los análisis mostrados por Euroasia Group, se puede hacer la siguiente reflexión ¿Qué es lo verdaderamente geoestratégico en el siglo XXI?  Si en el siglo pasado, lo importante fue el control territorial para el aseguramiento de materias primas y recursos estratégicos, para luego redefinir el mapa mundial, con la confrontación ideológica-doctrinal, en la que se afirmaron sustancialmente principios como la democracia, las libertades económicas y sociales, siguieron prevaleciendo una serie de condicionantes para el desarrollo de las naciones, tan idénticos como los del siglo pasado.

La guerra que prevalece al este de Europa, nos trae de nuevo a una revaloración de los estudios de Morgenthau, Snyder y Diesing, para establecer líneas de investigación de hacía dónde se debe de dirigir la humanidad en los próximos años y décadas. Por tal causa, es importante considerar que para el primer día de este año 2023, se tenía previsto que nuestro planeta será habitado por 8, 000 millones de habitantes (estos son las naciones más pobladas.  India 1,428 millones,  China 1,425 millones, Estados Unidos 340 millones, Indonesia 278 millones, Pakistán 240 millones, Nigeria 224 millones, Brasil 216 millones, Bangladesh 173 millones, Rusia 144 millones, México 128 millones, Japón 123 millones y Alemania 83 millones).

Las estimaciones demográficas han variado pues para principios de la década de 1990, la Universidad de Stanford, considero que la población ideal para el planeta era de no mas de 2,000 millones de habitantes, lo cual sobrepasa en la actualidad, por mucho tal estimación. Ahora bien, especialistas de Naciones Unidas han hecho sus proyecciones y establecen que hacia finales del presente siglo (2070-2080), la población llegará a su máximo total de más de 10, 000 millones de habitantes, lo que es alarmante, pues de acuerdo a la FAO (Organización de las Naciones Unidad para la Agricultura y la Alimentación), en la actualidad se requiere del 38% de la superficie terrestre del planeta para cultivar cereales, criar ganado y obtener recursos energéticos entre otros, que son mas de cinco mil millones de hectáreas totales.

Afortunadamente la innovación científica y tecnológica ha logrado manipular distintos cultivos y animales, que facilitan tener los alimentos necesarios para seguir sosteniendo la enorme densidad poblacional del planeta, pero desafortunadamente aún prevalece la mala distribución de tales recursos en diversas partes del planeta como es la propia América Latina, África y el Sudeste Asiático, mucho de esto, ocasionado por regímenes totalitarios o bien populistas, que no proveen el debido acceso a sus poblaciones de los alimentos esenciales o básicos, tan solo por controles de poder interno.

En ese sentido, los retos que se tienen para una población en aumento constante, son inmensos, pues se suma otro problema y es el agua potable; si bien nuestro planeta es en su mayoría agua (el planeta no se debería llamar tierra, debería de ser Aqua), pues el 70% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, es decir, unos 1, 386 millones de kilómetros cúbicos de agua, pero en su mayoría es salada, cerca del 97% y solo es agua dulce el 2,5%.  De este total, solo el 0.01% está en ríos y lagos y 0.5% en cuencas subterráneas o acuíferas, pero de estos porcentajes se debe de considerar que no toda es potable a causa de la contaminación, quedando para el consumo, de manera potable, un 0.007% del agua que existe en la Tierra, que se va reduciendo cada vez más por la contaminación permanente que ocasiona el desarrollo humano.

La sobre-densidad poblacional, el agotamiento de los recursos acuíferos y la extensión de tierras de cultivo necesarias para obtener alimentos, son temas esenciales para la seguridad nacional e internacional, a su vez, los problemas se incrementan cuando las sociedades nacionales del siglo XXI son altamente demandantes de una larga lista de bienes y de servicios, mismos que requieren atención casi inmediata para satisfacer necesidades y que para ciertos grupos políticos, son insumos para la manipulación política y social.

La humanidad ha logrado sortear una inmensidad de problemas, desde cataclismos, terremotos, pandemias, pasando por guerras, revoluciones y dictaduras; pero los retos son muy demandantes en nuestros días pues se requieren tierras raras para mantener los niveles de tecnologización alcanzados. De igual manera, se requiere que los mares y océanos estén limpios, para obtener mejores capturas de especies marítimas  necesarias para el ser humano, se requiere aún de una enorme cantidad de combustibles fósiles para mantener a la industria global en lo que se logra la transición al hidrógeno verde, que es amigable con el ambiente.

Los retos para los Estados nacionales son profundos y diversos y detrás de las luchas hegemónicas, se encuentra la propia sobrevivencia de la especie humana y que cada gobierno en el mundo debe de saber definir con exactitud en dónde están ubicados sus intereses naciones, como defenderlos y proyectarlos. Y es precisamente la guerra de Putin sobre Ucrania, que nos ofrece estos elementos mediante los cuáles se debe de analizar y reflexionar, hacia adonde van los derroteros de la humanidad, justo cuando hemos alcanzado mejores niveles de vida, de educación y de prosperidad en comparación a lo acontecido en siglos anteriores al actual.

El tablero se mueve con la estrategia del realismo político, se negocia y se plantean la jugadas en una constante crisis internacional, que pareciera es interminable, el reloj avanza inexorable como el del juicio final, que nos deja a 90 segundos de la medianoche, a 90 segundos que se termine la partida, salvo que los contrincantes se den cuenta que la última jugada es su propio fin. El realismo político juega geopolíticamente con el tiempo y las circunstancias.

Mientras tanto en Palacio Nacional, el reloj del fin del mundo sirve para ir a macanear, olvidarse de los problemas de seguridad pública en casi todo el país, de no interesarle los dichos profundos de Michael Richard «Mike» Pompeo, lo importante es festejar un hit, un jonrón, un doble play y mirar detrás de la barda, la guerra de Rusia y quejarse del envío de armamento pesado para defender la soberanía y la libertad de Ucrania con el beneplácito de Moscú.  Pero por mientras, los jugadores republicanos con el pitcher Pompeo han acertado un par de strikes sin que vieran venir el screwball.