Un día antes de que México entre en un proceso histórico empezamos a hacer funcionar ‘La Corresponsalía’ de ‘Contrapeso Ciudadano’, un espacio, amablemente habilitado por el periodista Ricardo Alemán, desde el que intentaré analizar y reflexionar sobre la actualidad mexicana, e internacional, vista desde los ojos de un corresponsal extranjero. Después de casi dos años cubriendo la actualidad del país para varios medios españoles (Antena 3, El Mundo y Onda Cero), me dirijo por primera vez a un público al que tengo muchas cosas que contarle. La primera, reafirmarles lo que ya saben: tienen un país muy chingón.
Esto es algo que he tenido que comprobar yo mismo, porque, para ser honestos, las expectativas de un europeo que visita por primera vez su país no siempre son tan positivas. Lo primero que se les viene a la cabeza son las playas de Cancún y Riviera Maya, el tequila y los tacos, las rancheras y las pirámides aztecas, aunque, por otro lado, también tienen presente la violencia, el crimen organizado, la pobreza y la migración. Aquellos que solo conocen el país por las noticias o por las series de televisión, pero que nunca han puesto un pie en México, tienen un puzzle inacabado y distorsionado que, los periodistas extranjeros, tratamos de completar lo mejor que podemos.
El mejor ejemplo de todo esto se resume en las reacciones de mi familia cuando les di la noticia de que dejaba España para irme a vivir a México. “Pero es muy peligroso, ¿no?, ¡Ten mucho cuidado!”, me decían. Como periodista desconfié de sus palabras y decidí no formarme ninguna idea previa antes de conocer yo mismo el lugar. Y así lo hice, tras las puertas de salida del saturado Aeropuerto Benito Juárez, se abrió ante mí el Jardín del Edén del periodismo: un país inmenso y lleno de historias que merecen la pena ser contadas.
Lo primero que hice fue tratar de ubicarme en una megalópolis llena de contrastes: la Ciudad de México. Como tantos otros extranjeros, encontré mi refugio en la colonia Roma, un lugar lleno de parques, restaurantes, cantinas y con un aire muy hipster que tanto se asemeja a Europa. Una vez instalado, el trabajo no tardó en tocar a la puerta: Cumbre General de la OEA, secuestro de una ciudadana española, entrada de empresas extranjeras con la Reforma Energética, hallazgo de nuevos templos aztecas en el centro de la ciudad, visita de S.M. la reina Letizia, negociación del TLCAN, campaña electoral, elecciones presidenciales y estatales, transición de Gobierno, crisis de la Caravana Migrante… los temas han sido infinitos, aunque hay uno que merece distinción a parte: los terremotos de septiembre.
Nunca en mi vida, como creo que buena parte de los mexicanos, olvidaré ese fatídico mes de septiembre. Una experiencia vital y personal aterradora, y un reto profesional como nunca antes había tenido. El primer terremoto que sentí en mi vida fue también el más potente que ha sentido México en el último siglo y, en la Roma, el suelo se movió como si quisiera tragarnos a todos con él. Todo quedó en un susto que se convertiría en tragedia pocos días después… el 19 de septiembre. Algún día les contaré cómo viví (y sobreviví) a esa experiencia, aunque ya les adelanto que ya no vivo en la Roma.
Despido esta primera columna dando las gracias a México por la acogida, a Ricardo Alemán por abrirme la puerta a este gran proyecto y también a ustedes por haber llegado hasta el final de este texto interesados por lo que un extranjero pueda escribir sobre su país. Esto no ha hecho nada más que empezar y la actualidad no descansa, así que, por lo que pueda pasar, no dejen de estar pendientes de esta humilde tribuna: ‘La Corresponsalía’.