La imagen es cruel. La primera vez que se ve es inevitable sentir una sacudida de rabia, impotencia e incredulidad. La trágica realidad de la crisis migratoria resumida en una fotografía que remueve conciencias e invita a la reflexión. En realidad, la muerte de Óscar y Angie es solo una gota en el mar de desgracias que soportan aquellos que dejan todo atrás, en busca de un destino incierto; pero la labor periodística, y el poder de la fotografía, han permitido que su historia de la vuelta al mundo. Tal y como ocurrió hace 5 años con la imagen de Aylán, un niño sirio que la marea empujó sin vida hasta una playa turca, la muerte de un menor a las puertas del primer mundo nos recuerda lo privilegiados que somos y lo mal que se están haciendo las cosas. La pregunta es ¿cómo evitar la foto?
Una opción es hacer como las avestruces y esconder la cabeza bajo tierra para evitar ver la realidad que nos rodea. Lo malo es que de esta manera, aunque nosotros no veamos la foto, la realidad que dibuja sigue existiendo. Otra opción es crear unas condiciones tan violentas que el trabajo de la prensa sea imposible. Así ocurre en algunas regiones de Tamaulipas, conocidas ya como ‘zonas de silencio’, donde ningún reportero se atreve a trabajar. Sin periodistas o fotógrafos que documenten las tragedias las víctimas pasarán a la otra vida sin identidad ni justicia. O ¿acaso creen que la muerte de Óscar y Angie hubiera dado la vuelta al mundo si no se hubiera tomado la fotografía de sus cadáveres? La respuesta es un no rotundo. Hoy en día la labor de los periodistas es más necesaria que nunca porque la difusión de sus trabajos no conoce fronteras. De todas formas, la pregunta estaba mal planteada desde el inicio, no buscamos que se evite la foto, si no que se curen las causas que la propiciaron.
El objetivo es bastante utópico. No existe una respuesta universal al complejo problema de la migración, pero si varias medidas que pueden ayudar a mitigar sus efectos. Empezando por los que migran de manera legal y que para solicitar asilo en otro país se ven obligados a recorrer grandes distancias totalmente desamparados por los gobiernos. Ellos igualmente lo hacen, no pueden aguantar un día más en su localidad de origen, y aunque encuentran albergues, normalmente están saturados y no alcanzan a cubrir las necesidades básicas. Hacen falta más albergues, ¿no sería más fácil ofrecer nuevos espacios donde puedan esperar su resolución viviendo en condiciones dignas y seguras?. Además de evitar secuestros, extorsiones o directamente asesinatos, se les podría brindar a los migrantes la posibilidad de contribuir a la comunidad que les acoge temporalmente con puestos de trabajo.
También es necesario que se aceleren los procesos de asilo que actualmente retienen en ciudades fronterizas a miles de migrantes en una situación de completo abandono. Las poblaciones locales de esas saturadas ciudades se quejan, lógicamente, de tener que soportar la presión migratoria en solitario, ante la indiferencia de los gobiernos federales. Ciudades como Tijuana o Matamoros se convierten en un caldo de cultivo perfecto para las mafias de tráfico de personas y los narcotraficantes que se aprovechan de los desesperados migrantes.
El gobierno de López Obrador ha apostado todas sus cartas al Programa de Desarrollo Integral para el sur de México y Centroamérica. Una estrategia acertada en mi opinión, pero que podría terminar mal sino encuentra la financiación necesaria. Hay que mejorar las condiciones de vida en el origen de la crisis, esta es la clave que nos permitirá apaciguar la latente crisis migratoria. Si los hondureños o salvadoreños son felices y viven dignamente en su hogar, no se jugarán la vida para llegar a EEUU. Al menos las familias con hijos se lo pensarán dos veces.
EEUU, uno de los principales actores en esta problemática, vive como siempre de espaldas a la realidad de Latinoamérica. Trump ha pasado de prometer la construcción de un gran muro (que paguen los mexicanos), a convertir a México en su gran muro invisible, algo que sucederá si se concreta la propuesta de tercer país seguro. Está demostrado que sacar al Ejército a las calles, crear barreras infranqueables y patrullar al milímetro la frontera, solo sirve para convertir a los migrantes en criminales. Es cierto que les pondrás las cosas más difíciles, pero no solucionarás el problema de fondo y miles de ellos seguirán llegando a tus puertas. Trump es como el marinero que descubre una fuga en su barco y que en vez de tapar el agujero, evacua el agua con un vaso. En su tozudez dilusoria cree que algún día el mar dejará de entrar en su barco; desconoce la realidad del migrante, sr. Trump no huyen por placer, solo por necesidad.